sábado, 27 de mayo de 2017

Mi vida no vale nada, ni el diablo intentaría sobornarme por ella.

Bueno, creo que va siendo hora de hablar sobre mi madre y los recuerdos que me dejó. Con ellos, intentó enseñarme lo que no pudo en persona; con ellos intentó hacer que me diese cuenta de cuál es la verdadera verdad de la vida, y no creer en la sociedad de la que el mundo se fía; con ellos, intentó hacer que no me olvidara jamás de ella, aunque por mucho que lo intentase, es imposible que la olvide. Es mi madre. A una madre no se le olvida, se le aprecia durante toda la vida, esté a tu lado física o mentalmente.
Da la casualidad, que ella nació el día de la mujer; qué mejor día para honorarla. Ella tenía las cosas claras. Sus propias creencias, sus prioridades, sus errores. Todos tenemos esos errores. Antes de estar con mi padre estuvo casada con uno, quién sabe quién era aquel tipo. Nunca me han dejado verlo la verdad.
La cosa es, que, ella escribía un diario. Empezó a escribirlo antes de que yo pusiese un pie en este mundo, antes de que fuese un pequeño cigotito. Ahí, en ese libro a la vez tan minúsculo y tan lleno de vida por dentro, estaba la verdad; ahí se encontraban sus sentimientos, su día a día.
Ese pequeño diario, ha sido mi referencia. No está acabado, nunca pudo acabarlo. Hay una hoja arrancada, igual que en las películas; supongo que escribió algo de lo que se arrepintió y que lamenta sentir, pero no podemos controlar nuestros sentimientos. Sean cuales sean.
Estoy harta de tener que dar la puta buena cara, harta de tener que sonreir cuando lo único que me apetece es llorar en la cama.
Todos los días me despierto llorando. ¿motivos? Quién sabe. Quizá esté depresiva, quizá sea yo una paranoica, o a lo mejor es otro motivo lo que me hace llorar, como por ejemplo mi padre; pero claro, me han hecho creer que  no es culpa suya, que el o hace lo mejor que puede, que soy yo la lianta, que todo es culpa mia, que no hago nada bien, que no sirvo para nada más que para molestar. Y al final, me lo acabé creyendo. Sin saber cómo, pero lo creo.
Y ahora aquí estoy, escribiendo esto a las 9:26 de la mañana del sábado y entre lágrimas, y en cuanto acabe tendré que limpiar la cocina, vestirme e irme a hacer la compra.
A veces pienso que, yo no estoy hecha para vivir aquí, no soy para nada feliz, solamente tengo instantes de felicidad, y suelen ser con un chico al que quiero muchísimo, pero bueno, las cosas vuelven a ir mal entre nosotros, otra vez más por mi culpa, como no.
No sé, siempre he tenido pensamientos como matarme y acabar con todo esto; llegué a intentarlo una vez, con pastillas, como no, la manera más cobarde. Pero otra vez mas pasé, y aquí vuelvo a estar. Como siempre, igual que siempre, y sin preocupar a nadie. Sin mi la vida sería la misma, todos seguirían iguales, mis amigas igual, mi novio encontraría a otra mejor, menos loca que yo, y mi familia se preocuparía un mes y a vivir otra vez.

Sólo sé que no tengo ganas de nada, y no tengo a nadie a mi lado que me diga que valgo una mierda. No tengo a nadie porque me he quedado sola. Por lo visto sí que es por mi culpa. Aunque no entiendo por qué, cuando todo lo que hago es por los demás, y no por mí. 

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Mi vida no vale nada, ni el diablo intentaría sobornarme por ella.

Bueno, creo que va siendo hora de hablar sobre mi madre y los recuerdos que me dejó. Con ellos, intentó enseñarme lo que no pudo en persona...